Históricas

SOBRE LOS ORÍGENES DEL MOVIMIENTO LGBTIQ+* 

Por Eric Morales Schmuker y Valentina Videla**

El 28 de junio de 2019 se conmemoró el primer cincuentenario de los disturbios que tuvieron lugar en el bar neoyorquino Stonewall Inn. En el presente artículo, recuperamos los antecedentes y el impacto de un acontecimiento que devino hito del movimiento LGBTIQ.  

Stonewall 

A fines de los años sesenta Stonewall Inn. era un popular bar gay ubicado en el Greenwich Village, un barrio de Nueva York (Estados Unidos). Contaba con una clientela integrada mayormente por varones, con una transversalidad de edad, clase, etnia y género –era el único centro nocturno bailable de la ciudad para personas travestis, transexuales y transgénero–. Al pertenecer a los Genovese, una de las “cinco familias” de la mafia italoamericana, el bar pudo mantener sus puertas abiertas con la connivencia de las autoridades neoyorquinas. Para esa fecha, el aparato estatal y las instituciones sociales recurrían a una serie de dispositivos legales, científicos y culturales para perseguir, oprimir y controlar a quienes no respondían al esquema heteronormativo; algunos de esos mecanismos estaban enraizados en prácticas y tradiciones remotas, como las leyes homofóbicas de herencia colonial, pero otros se habían perfeccionado durante el macartismo y la primera fase de la Guerra Fría, cuando se asoció a la homosexualidad con el comunismo. 

Durante la madrugada del 28 de junio de 1969, la policía realizó una de las frecuentes redadas en el bar, alegando que carecía de licencia para la venta de alcohol. Como era habitual, esperaba que los clientes se escabulleran culpablemente. Sin embargo, las personas presentes no tomaron ese camino. Cuando los agentes comenzaron a echarlas violentamente y arrestaron a algunas de ellas, clientes expulsados, residentes cercanos y transeúntes (muchos de ellos concentrados en el lugar después del funeral de la actriz Judy Garland, un ícono de la cultura gay) comenzaron a tirar botellas y ladrillos, hartos de la humillación sistemática que sufrían. Sin refuerzos, los efectivos policiales quedaron sitiados; tuvieron que esperar hasta la intervención del cuerpo antidisturbios, que durante horas intentó dispersar a la multitud.  

Los medios locales reportaron los sucesos protagonizados por casi mil “alborotadores”, con un saldo de cuatro policías heridos y unas trece personas arrestadas. Sin embargo, lo que inició esa madrugada de junio lejos estaba por culminar. Un nutrido grupo de varones y mujeres jóvenes, algunos de ellos partícipes de los hechos acontecidos y otras personas identificadas con sus reclamos (como muchos integrantes de las organizaciones homófilas locales que desde lustros atrás pugnaban por los derechos de homosexuales y otras minorías sexuales), se concentraron en las inmediaciones del bar neoyorquino, específicamente en la calle Christopher y la plaza homónima, e iniciaron una lucha que se extendió hasta el 2 de julio. Los actos de rebeldía incluyeron movilizaciones y demostraciones públicas de afecto entre personas del mismo sexo y una serie de intervenciones artísticas, como la presencia de coros de drag queens. Durante esos días, las banderas de quienes irrumpieron en el corazón de Nueva York se sintetizaron en una consigna reiterada en proclamas y grabada en las paredes: gay power (“poder gay”).  

1969, un hito en una larga lucha 

La “rebelión de Stonewall” constituye uno de los acontecimientos fundantes del movimiento integrado por lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgéneros, intersex y queers (LGBTIQ). Por tal motivo, en los últimos años ha sido materia de tratamiento en decenas de investigaciones y ha suscitado una serie de interrogantes, entre ellos, ¿por qué 1969?  

Las redadas a establecimientos con una clientela mayormente gay o trans eran habituales, y en varias ocasiones finalizaron con enfrentamientos. Tres años atrás, en agosto de 1966, algunos disturbios tuvieron lugar en el distrito Tenderloin de San Francisco, en los que drag queens y “prostitutos” se unieron en un popular establecimiento nocturno –la cafetería Gene Compton's– para defenderse del acoso policial y la opresión social. Durante dos noches, como recordará años después el activista y predicador pentecostal gay Raymond Broshears, “drag queens, maricas, gays conservadores y prostitutos se unieron en un piquete frente al bar” y “el caos reinó”.  

¿Qué hizo de Stonewall un acontecimiento singular? Para el activista Craig Rodwell “todo se juntó en 1969”. En Queer America (2008), la investigadora Vicki L. Eaklor señala que, desde un punto de vista histórico amplio, Stonewall cristalizó una serie de elementos procedentes de la cultura dominante estadounidense, la contracultura de los sesenta y múltiples subculturas. De la primera, la especialista señala el impacto de los medios de comunicación, la cruzada de posguerra contra la homosexualidad y la postura de “la ley y el orden” de los funcionarios gubernamentales. El surgimiento de una contracultura contribuyó al desarrollo de posturas progresistas y radicales entre las nuevas generaciones de jóvenes, a una visión crítica del capitalismo y el imperialismo, que al mismo tiempo abogaba por el orgullo y la resistencia a las autoridades. En cuanto a las subculturas, Eaklor remite al menos a tres de ellas: una subcultura de la criminalización de sectores marginados (prostitutas, drogadictos, queers), las subculturas LGBTIQ, de larga existencia, y finalmente, la subcultura de los activistas homófilos militantes, ya desafiantes, orgullosos y dispuestos a mostrar sus caras como lesbianas y gays en público.  

Movilización y organización 

La historiadora citada reconoce, además, que la rebelión de 1969 fue el producto de un conjunto de organizaciones que aplicaron los principios básicos de la movilización social. Sin ellas, Stonewall no habría sido más que una de las tantas contiendas que sucedían en los bares gay o una de las tantas manifestaciones sociales que caracterizaron el tumultuoso clima de la Nueva York de fines de los sesenta. Eaklor sostiene que fue el cuidadoso planeamiento de los militantes del incipiente movimiento LGBTIQ lo que convirtió un hecho común y corriente en una “toma de la Bastilla”.  

En la noche del levantamiento se encontraba entre la multitud un grupo de experimentados activistas de la Mattachine Society (organización homófila de los años cincuenta) y de los cada vez más fuertes movimientos antibélicos y por los derechos civiles, como la agrupación Students for a Democratic Society. Sin la presencia de esos militantes probablemente aquellas jornadas podrían haber terminado en nada. Durante esos días, equipos de activistas comenzaron a recorrer el barrio y sus alrededores difundiendo sus reclamos (“saquen a la mafia de los bares”, “basta de razias policiales”). Tenían un accionar bastante estructurado: lugares fijos, reuniones frecuentes y encuentros articulados. A pesar de su carácter efímero, pues algunas de las iniciativas no superaron la instancia de discusión en las asambleas convocadas, constituyeron los precedentes necesarios para la organización posterior.  

En julio de 1969 varios de esos varones y mujeres se reagruparon en el naciente Frente de Liberación Gay (FLG), organización que estuvo a cargo de la edición de la primera publicación del movimiento LGBTIQ post-Stonewall, Come out!. La agrupación entendió el “salir del clóset” como un acto personal y político. El FLG impulsó una política de coalición con diversos actores sociales como las feministas, las minorías étnicas y los movimientos pacifistas y anticolonialistas. Ello generó diversas fricciones entre quienes levantaron la bandera del gay power. Algunos integrantes del colectivo LGBTIQ consideraron que sus propias necesidades estaban en peligro de perderse dentro de una agenda demasiado difusa. Así, tras un par de años en funcionamiento, el FLG se fragmentó y a partir de 1970 surgieron otras organizaciones, como la Alianza de Activistas Gay y la Street Transvestite Action Revolutionaries. La primera de ellas se caracterizó por un programa centrado en la lucha LGBTIQ dentro del paradigma de los derechos humanos. La segunda, organizada por Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson, constituyó la primera entidad estadounidenses de y para personas trans.  

Orgullo 

En junio de 1970 Christopher Street fue escenario de la primera conmemoración de los disturbios de Stonewall, la primera “marcha del orgullo”. En aquel momento, la idea de gays, lesbianas, bisexuales, travestis y trans “saliendo del clóset” a manifestarse multitudinariamente en las calles resultó revolucionaria. Para contemporáneos y especialistas fue la manifestación pura del éxito de un movimiento social. Como sostiene el australiano Anthony Venn-Brown, “el orgullo gay no nació de una necesidad de celebrar ser gay sino del derecho a existir sin ser objeto de persecución”. Fue una “respuesta política”, en términos de Carlos Jáuregui, una manifestación de reclamo ante la injusticia, la desigualdad y la violencia que sufrían las minorías sexuales.  


*Este artículo fue publicado originalmente el 7 de julio de 2019, bajo el título “50 años de gay power”, en La Arena, Suplemento Caldenia, pp. 2-3.

** Doctor en Historia y Licenciada en Comunicación Social (FCH-UNLPam), integrantes de MMP.

Frente del bar Stonewall Inn. (1969). Fuente: The New York Library Digital Collections. Recuperado de https://digitalcollections.nypl.org/

Disturbios de Stonewall (junio 1969). Fuente: Stonewall National Museum Archives & Library. Recuperado de https://stonewall-museum.org/ 

Portada de Come Out! 1969-1972)el bar Stonewall Inn. (1969). Fuente: The Come Out! Archive. Recuperado de https://outhistory.org/ 

Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, ca. 1989-1990. Fuente: The Rudy Grillo Collection/ LGBT Community Center Archive. Recuperado de https://wams.nyhistory.org/ 

ORGULLO PAMPA: CINCO AÑOS DE MARCHAS LGBTIQNB+ EN SANTA ROSA (2019-2023)

Por Eric Morales Schmuker *

En 2019 se llevó adelante la primera Marcha del Orgullo en Santa Rosa como resultado de una expresión organizada del colectivo LGBTIQNB+. Con ella, se desplegó un arcoiris portador de luchas y deseos por la principal avenida santarroseña, que ha cumplido su primer lustro. A continuación, presentamos una primera reseña histórica que da cuenta del camino recorrido en estos cinco años.  

El "Orgullo" en la Argentina

El origen del “Día del Orgullo” se remonta al 28 de junio de 1969, momento en el que tuvieron lugar los disturbios de Stonewall, en la ciudad de Nueva York, a causa de las persecuciones y las violencias sistemáticas ejercidas contra el colectivo LGBT. A nivel internacional, este acontecimiento se ha constituido como una bisagra en la historia del movimiento LGBTIQNB+.

En la Argentina, durante décadas, las trayectorias de vida de las personas LGBTIQNB+ transcurrieron en la clandestinidad, atravesadas por la segregación social, la criminalización y la patologización por su orientación sexual, expresión e identidad de género. Con el retorno de la democracia, surgieron diversas organizaciones que visibilizaron esta situación y llevaron adelante una lucha sostenida para exigir el reconocimiento de sus derechos. Así, en 1985, el Grupo de Acción Gay y la Comunidad Homosexual Argentina comenzaron a recuperar la memoria de la revuelta de Stonewall y propusieron una serie de jornadas reivindicatorias en el marco del “Orgullo”, en la Ciudad de Buenos Aires.

Hacia 1990 nacieron nuevas agrupaciones sexodisidentes. Una de ellas fue Gays por los Derechos Civiles, la cual encabezó una serie de “encuentros de organizaciones gays, lesbianas y transexuales” en pos de proyectar, de manera conjunta, las celebraciones del “Día del Orgullo” en la capital argentina. De este modo, el 2 de julio de 1992 tuvo lugar la primera “Marcha del Orgullo gay-lésbico” bajo la consigna “Libertad, Igualdad, Diversidad”. Quienes asistieron ese día, algunes detrás de máscaras por temor a perder su trabajo o ser identificades por sus familiares, marcharon desde la Plaza de Mayo hasta el Congreso, eje cívico de nuestro país. 

La “Marcha del Orgullo” se replicó en los años siguientes para visibilizar la existencia y las resistencias del colectivo y exigir igualdad real ante la ley. A partir de 1997, la comisión organizadora decidió mudar la jornada de lucha y visibilización al mes de noviembre, en conmemoración del trigésimo aniversario de la formación de “Nuestro Mundo”, primera organización homosexual de la Argentina -y de América Latina-. Desde entonces, el onceavo mes del año se constituyó en un momento clave en la agenda del activismo sexodisidente de la Ciudad de Buenos Aires y de todo el país para levantar las banderas del colectivo LGBTIQNB+.

En la tierra de Sena

En La Pampa, la historia del movimiento LGBTIQNB+ es relativamente reciente. Juan José Sena, el primer “puto público” de la provincia, ha dejado testimonio de la dura lucha de les pampeanes invisibilizades por su identidad y expresión de género y su orientación sexual, quienes tuvieron que enfrentar la violencia en todas sus formas, la condena pública, el dolor del destierro, el exilio. A mediados de la década de 1990, con el impulso inicial de una agenda feminista propia a partir de la organización de las primeras colectivas de mujeres y la creación del Instituto de la Mujer en la UNLPam, empezaron a alzarse algunas voces que dieron cuenta de la situación de las “minorías sexuales” locales. Sin embargo, iniciado el siglo XXI asumieron protagonismo propio.

Los reclamos de las sexodisidencias se retroalimentaron con el nuevo impulso del transfeminismo y fueron atendidos gradualmente por un Estado que asumió la responsabilidad de ampliar derechos e implementar políticas públicas, como la sanción y aplicación de las leyes de ESI, de Protección Integral a las Mujeres, de Matrimonio Igualitario, de Identidad de Género. Es así que, hacia la década del 2010, surgieron las primeras acciones que pusieron en la agenda pública la situación de la comunidad LGBTIQNB+ pampeana. El lesbicidio de Pepa Gaitán (2010) y el travesticidio de Diana Sacayán (2015) motivaron a que algunas tortas, marikas, travas y trans salieran a las plazas de Santa Rosa y General Pico a manifestarse junto a mujeres, activistas por el Aborto Legal e integrantes del naciente movimiento “Ni una menos”. 

De manera paralela a la ampliación de derechos promovida por el Estado Nacional -que se cristalizó finalmente con la creación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad (2019) y, en el ámbito local, con la incorporación de “Diversidad” a la Secretaría “de la Mujer”-, tuvieron lugar dos iniciativas que impulsaron la organización del colectivo LGBTQNB+. Por un lado, se conformó la “Intersindical por la Diversidad Sexual” (2015). De este modo, La Pampa se constituyó en la primera provincia argentina en tener una Intersindical en considerar y resguardar los derechos de las disidencias sexuales en los ámbitos laborales. Por otro lado, se estrenó “Desgeneradxs” (2016). El programa emitido por Radio Kermes y desarrollado en el marco de la ampliación de voces que trajo consigo la Ley de Medios Audiovisuales, se constituyó en un hito al favorecer la recuperación de las identidades sexodisidentes y las trayectorias de sujetos enmudecidos en las narrativas oficiales, mediáticas y académicas pampeanas. 

Así, el lento pero sostenido andar de un puñado de marikas, lesbianas, travas, trans, personas no binaries, bisexuales e intersex permitió que, en 2018, se celebrara el “Día del Orgullo” en General Pico. Fue la misma ciudad de Sena, aquella que también le dio la espalda cuando sufrió el atentado homo-odiante de 2004, el escenario de la primera “Marcha del Orgullo” autóctona. Ese acontecimiento, que devino clave en la redefinición de una identidad sexodisidente local, fue el envión necesario para que, un año más tarde, la experiencia se replicara en la capital provincial. 

Imagen de Juan José Sena en la portada de su libro “Los hombres mueren y no son felices”. Edición realizada en 2015 por la Subsecretaría de Cultura de La Pampa.

Primera Intersindical por la Diversidad Sexual de La Pampa (2015)

Póster publicitario del programa "Desgenerades" (2016), por Radio Kermés.

La primera marcha santarroseña

El año 2019 vio nacer en la ciudad de Santa Rosa a la “Asamblea del Orgullo Disidente de La Pampa”, integrada por las recientemente creadas organizaciones Nosotres y Juntxs y Diversxs y personas autoconvocadas de la ciudad y otras localidades de la provincia. Reunida en la sede del Movimiento Popular Pampeano de Derechos Humanos y del Sindicato de Prensa La Pampa Zona Sur (calle H. Yrigoyen 469), este espacio colectivo asumió el compromiso de llevar adelante la primera “Marcha del Orgullo Disidente” en la capital de La Pampa. 

El día 23 de noviembre, las sexodisidencias locales -junto a organizaciones de Derechos Humanos, feministas, jóvenes, afrodescendientes, pueblos indígenas y agrupaciones políticas, sociales, sindicales, culturales y educativas- vencieron el mandato de la vergüenza, celebraron el “Orgullo”, convocaron a todes a ser una comunidad y a luchar con el deseo de todas las libertades, como decía Carlos Jáuregui.

Al calor de las elecciones presidenciales, con una amplia bandera arcoíris, las calles de Santa Rosa se tiñeron de colores y todes les presentes coincidieron en el reclamo por una sociedad más justa, igualitaria, libre de violencias y discriminaciones, “por fuera de la heteronormatividad obligatoria que impone el sistema binario, capitalista, patriarcal y machista”. Durante la marcha, declarada de interés municipal por el Concejo Deliberante de la ciudad (Res. 36/2019), se alzaron distintas consignas y demandas históricas del colectivo: “inclusión laboral trans”, “basta de travesticidios, transfemicidios y lesbicidios”, “basta de crímenes de odio”, “respeto a las identidades disidentes”, “documento no binario”, “Educación Sexual Integral con perspectiva de género”, “Aborto Legal, Seguro y Gratuito”. Sin embargo, entre todas, una idea se impuso con fuerza y claridad cuando se pronunció la primera línea del documento oficial de la Marcha: “estamos aquí” (porque siempre estuvimos). 

I Marcha del Orgullo Disidente de Santa Rosa (2019). Fondo Dagna Faidutti 

I Marcha del Orgullo Disidente de Santa Rosa (2019). Fondo Anabella Abram 

Alcances y continuidad

Las marchas de General Pico (2018) y Santa Rosa (2019) irrumpieron en la esfera pública local, dando cuenta de un largo y sinuoso camino de reconocimiento de derechos e identidades sexo-disidentes que durante años sufrió la censura, el silencio y la persecución. Con estos antecedentes y la iniciativa de varies activistas, la Cámara de Diputados de las Provincia de La Pampa, mediante la Ley 3.296 del año 2020, instituyó el tercer sábado del mes de noviembre como “Día Provincial del Orgullo LGBTQI+” y declaró de interés legislativo la “Semana de la Diversidad Sexual y de Género”, correspondiente con la semana anterior al tercer sábado del mes de noviembre.

Este reconocimiento oficial resultó significativo para el movimiento LGBTIQNB+ pampeano. A ello, le seguiría la sanción de nuevas leyes nacionales en respuesta a demandas históricas del colectivo que robustecieron ese camino de ampliación de derechos iniciado en los años anteriores; a saber: el Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (2020), el DNI No binario (2021), el Acceso al Empleo Formal para personas travestis, transexuales y tránsgénero (2021) y la respuesta integral al VIH, hepatitis virales, otras infecciones de transmisión sexual y tuberculosis (2022). Aun así, la continuidad de la Asamblea del Orgullo Disidente de La Pampa y sus marchas no constituyó una tarea sencilla. 

A las diferencias -internas, organizacionales, políticas-, se sumaron los contextos desafiantes de los años venideros. La pandemia de Covid-19 -que afectó particularmente a mujeres y disidencias-; las tensiones dentro y fuera del movimiento feminista -en particular, con facciones TERF locales-; y el avance de los sectores antiderechos -identificados con los “pañuelos celestes”- repercutieron de manera disímil en el naciente movimiento LGBTIQNB+. Conjuntamente, un hecho abominable en el seno de la sociedad santarroseña atravesó su andar: el asesinato de Lucio Dupuy. La cobertura mediática del crimen, perpetrado por una pareja de mujeres lesbianas, reactivó los discursos de odio hacia las sexodisidencias y favoreció a un sector conservador local y su cruzada contra la “ideología de género”.

Tal panorama retó a la Asamblea del Orgullo Disidente de La Pampa y motorizó varios intercambios entre las agrupaciones participantes y les autoconvocades, con fricciones y tensiones que persistieron en el tiempo. Asimismo, lejos de aquietar al colectivo, permitió la revisión del esquema de trabajo y la inclusión de nuevas organizaciones e integrantes que trajeron consigo estrategias, redes de apoyo y liderazgos renovados. De esta manera, las ediciones de la “Marcha del Orgullo Disidente” del trienio 2020-2022 no dudaron en abordar las problemáticas emergentes, tal como quedaron plasmados en cada uno de sus documentos oficiales y los lemas elegidos: “Nos cuidamos entre todes” (2020), “Marchamos porque resistimos… por infancias libres de violencias” (2021), “Ante el odio, ESI” (2022). 

"Lucio Presente". III Marcha del Orgullo de Santa Rosa (2021). Fondo: Dagna Faidutti. 

Reunión de la Asamblea del Orgullo Disidente de La Pampa (2022). 

IV Marcha del Orgullo Disidente celebrada en la ciudad de Santa Rosa (2019). Portan el estandarte integrantes de "Juntxs y Diverxs" y "Memorias Maricas Pampeanas"

"Sin nosotres, nunca más"

En 2023, la Asamblea se encaminó a celebrar la quinta edición de su Marcha. Para ello contó con cuatro agrupaciones activas: Juntxs y Diversxs, Memorias Maricas Pampeanas, Pampa Trans y RILA -Red de Identidades Lésbicas Autoconvocadas-. Junto a ellas, participaron una decena de personas autoconvocadas, colectivas como Socorristas y Encuentreres, espacio comunitarios como la murga "Bien de Barrio" y referentes de gremios como UTELPA (Unión de Trabajadores de la Educación de La Pampa, Seccional Santa Rosa). 

Las diferencias metodológicas entre las agrupaciones, en un tiempo marcado por las elecciones presidenciales y el incremento de las campañas violentas por parte de partidos y sectores antiderechos, impidió un desarrollo ordenado de los preparativos. Luego de varias desavenencias en torno a la fecha, y al coincidir con la veda electoral, la Asamblea determinó la realización de la Marcha el día viernes 17 de noviembre y la lectura del documento oficial dos días antes, el miércoles 15, en el marco de la conferencia de prensa.

La V Marcha del Orgullo Disidente de Santa Rosa se desenvolvió bajo el lema “Sin nosotres, nunca más. A 40 años de Democracia. Reparación histórica travesti-trans YA. Derechos Humanos para todes”. En el marco del cuadragésimo aniversario del fin de la dictadura cívico-militar, las sexodisidencias pampeanas levantaron su voz ante el recrudecimiento de expresiones post fascistas y negacionistas. El documento oficial de la Asamblea, con las adhesiones de más de 60 entidades y un centenar de pampeanes, reconoció las deudas de la democracia y se posicionó de cara al ballotage. Se pronunció contrario a los proyectos neoliberales y neoconservadores que pregonan una libertad individualista, mercantilizante y que proyectan la reducción del sector público para satisfacer las demandas de intereses privados concentrados, nacionales y extranjeros. Asimismo, interpeló a la sociedad para que se comprometa con la lucha del colectivo, “porque las vidas las estamos viviendo hoy, los derechos los tenemos que ejercer hoy, las muertes ocurren hoy, y el avance de la derecha también sucede hoy”. 

Póster de la V Marcha del Orgullo Disidente de Santa Rosa (2023)

Integrantes de "RILA" y "Pampa Trans" en la V Marcha del Orgullo Disidente de Santa Rosa (2023). Fondo Dagna Faidutti 

“¡Seguiremos marchando, porque al clóset Cis-Heterosexual no volvemos Nunca Más!”


Agradezco la lectura atenta y los aportes de Alejandro Aymú y Veró Mac Lennan.